Las
noticias falsas son noticias fabricadas y comprobadamente falsas,
normalmente hechas para perjudicar a otras personas y muchas veces con
intereses políticos o lucrativos.
Siempre
existirán, dice Sam Wineburg, profesor de historia en la Universidad de
Stanford, Estados Unidos, pero "en el pasado, eran reproducidas en
periódicos o en papeles que circulaban de mano en mano".
¿Qué
cambió? "Hoy día, una noticia falsa se puede viralizar en un instante.
Las redes sociales permiten un alcance enorme. Además, hay más productores de
información"
El
fenómeno empezó a analizarse más de cerca con la propagación de noticias falsas
durante las elecciones estadounidenses de 2016, cuando Donald Trump fue elegido
para la presidencia del país. También fue entonces cuando el término "fake
news" (noticias falsas) comenzó a ser usado.
Hay
investigaciones que dicen que las noticias falsas que circularon en las redes
sociales durante ese momento pudieron influenciar el resultado.
El
propio uso del término "fake news" es polémico porque Trump usó esa
expresión para atacar a algunos medios estadounidenses. "Se politizó, ya
no ayuda", dice Peter Adams, vicepresidente del área de educación en News
Literacy, una institución que promueve la alfabetización mediática.
Por
eso hay especialistas -como Adam- que prefieren hablar de
"desinformación" o de "noticias falsas".
¿Y
por qué debe importar? "Porque la verdad es precisamente la base de la
democracia. La calidad de la información está directamente ligada a ella",
responde Wineburg.
Pero,
¿mucha gente cae en la trampa?
Sí.
Un estudio publicado en marzo por investigadores del MIT (Instituto de
Tecnología de Massachusetts), mostró que las noticias falsas se distribuyen
más rápidamente y tienen más alcance que las veraces.
Según
el informe, las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidad de ser retuiteadas
(el estudio se centró en Twitter) que las verídicas.
Hay
varias teorías que explican por qué: la hipótesis de los investigadores del MIT
es que nos gusta compartir noticias que muestren cómo nos sentimos.
Las
noticias falsas causan más sorpresa y rechazo, mientras que las verídicas
causan más ansiedad y tristeza. Cuando más sorprende algo, mayor es la voluntad
de compartirla, observaron los analistas.
"Si
algo te hace estar muy enojado o feliz, para un poco y piensa antes de
compartir la noticia. Es como decir: 'Si algo es demasiado bueno para ser
verdad, probablemente no lo sea'", dice Melissa Zimdars, profesora de
medios en el Merrimack College, EE.UU., e investigadora sobre desinformación.
Pero
cualquier persona puede caer en ello. Y la edad no importa.
"Los
jóvenes pueden ser nativos digitales y aún así caer en la trampa. La gente
confunde las capacidades para usar la tecnología con la sofisticación necesaria
para entenderla", dice Wineburg
Y
hace un paralelismo: es como hablar bien una lengua pero no comprender su
gramática.
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